CIUDAD DE MÉXICO. – La situación de salud en México, con
epidemia de obesidad y sobrepeso, y las enfermedades crónicas asociadas -diabetes,
síndrome metabólico e hipertensión, presentes incluso en las poblaciones
infantil y agudizada en la rural-, llegó a un punto inaceptable, por lo que el gobierno
federal estableció un estrecho vínculo entre las autoridades de Salud, de Agricultura
y de Medio Ambiente para atender el tema, que avanza con medidas concretas para
revertir las tendencias alimentarias nocivas.
Un elemento que diferencia al gobierno actual de sus
antecesores es que las decisiones de política pública se están tomando con
independencia del poder económico, afirmó el subsecretario de Autosuficiencia
Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Víctor
Suárez Carrera.
Al participar en la tercera conferencia del ciclo
Autosuficiencia Alimentaria e Innovación Tecnológica con Prácticas
Sustentables, abundó que “en los pasados gobiernos pudo haber diagnósticos que
evidenciaran la crisis de salud pública, pero el poder político estaba
capturado por los intereses de la industria”.
Afirmó que el Grupo Intersecretarial de Salud, Alimentación
y Medio Ambiente (GISAMA) está dando pasos para su formalización y así dar
sustento legal a sus decisiones. “Buscamos un sistema agroalimentario justo,
saludable y sustentable”, agregó.
En el encuentro, el investigador del Instituto Nacional de
Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, Abelardo Ávila Curiel, informó
que hace décadas se pronosticaba la tendencia a la obesidad de la población por
la penetración de alimentos procesados con altos contenidos de azúcar, sodio y
grasas saturadas en el mercado, incluso en zonas rurales y pobres y en los
entornos escolares.
“Permitimos la hipertrofia de un sistema alimentario que
tiene un volumen de ventas de 80 mil millones de dólares en México, con
políticas fiscales de consolidación, de condonación de impuestos, con
publicidad desproporcionada”, detalló.
Ante esta situación, el gobierno no tomó decisiones. Hoy se
tienen avances sólidos, como el que “después de años de lucha de organizaciones
civiles en pro de la alimentación sana y tras horas de diálogo en una mesa para
modificar la Norma Oficial Mexicana 051, de etiquetado, se ha logrado que la
industria acepte la etiqueta octagonal de advertencia frontal sobre la
presencia alta de azúcares, sodio, grasas y grasas saturadas, y de alimentos no
recomendables para los niños”, subrayó.
Para que esta definición normativa quede en firme, dijo, lo
que viene ahora es una consulta pública.
Paralelamente, se trabaja en la modificación de la Ley
General de Salud que considere a este etiquetado. “Así tendremos un acto de
ejercicio de la autoridad, que es la responsable de garantizar la salud
pública”, lo que será un primer paso para que los niños puedan entender los
etiquetados y para que se elimine de la publicidad el uso de personajes que
abusan de la fantasía infantil, sostuvo Ávila Curiel.
“Falta más por hacer, como es rescatar en nuestros hábitos
alimenticios todo aquello que no está etiquetado, lo que produce la agricultura
campesina, además de generar programas de vigilancia epidemiológica, avanzar en
la agricultura sustentable, cambiar el ambiente de las escuelas y sus entornos -que
hoy es obesigénico-, pero vamos en el camino correcto: se está dando una
coordinación entre gobierno y sociedad. Tenemos la conciencia de que estamos
haciendo lo que debió iniciar hace 50 años”, apuntó.
Ávila Curiel, quien ha sido responsable de las Encuestas
Nacionales de Salud y Nutrición (Ensanut) que miden la talla y peso de los
niños, indicó que la falta de acción gubernamental para enfrentar la
desnutrición infantil propició su aumento, añadió.
Precisó que la tendencia de abatimiento de la desnutrición
que ocurre en México registra fundamentalmente lo que ocurre en zonas urbanas.
En las zonas indígenas y rezagadas, como la Montaña de
Guerrero y lugares de Oaxaca y Chiapas, la desnutrición infantil y mortalidad
sigue siendo extremadamente alta y grave, misma condición de hace 50 años. Si
bien se observan niños con talla baja y peso alto, esto revela obesidad y
desnutrición, subrayó.
“Tenemos una obesidad que golpea a la pobreza. Entre 2002 y
2012, impulsado por las transferencias condicionadas del programa Prospera, la
población duplicó su consumo de productos chatarra. La Ensanut 2016 reveló que
las mujeres en edad reproductiva en el medio rural tienen más tendencia a la
obesidad que en el medio urbano y la obesidad viene acompañada de daño a la
salud. Los datos de defunciones por diabetes son evidentes: en 1970 morían 36
personas por cada cien mil y en 2015 la tasa ya era de 129”, advirtió.
El presidente de la Fundación Valle La Paz, del Estado de
México, Dieter le Noir Guyot, habló de la relación entre la salud de los
recursos naturales y la interna de los humanos.
Observó que siete de cada 10 mexicanos mueren por un
síndrome metabólico, por la mala calidad de los alimentos que consumimos. “Tenemos
que recapacitar y entender que los alimentos procesados son la causa y que no
habrá sistema de salud ni dinero que puedan arreglar el desajuste, por lo que
tenemos que aplicar un cambio”, sugirió.
“México es el cuarto país megadiverso del planeta y contamos
con alimentos y plantas que nos podrían permitir salir de la crisis. Esos
alimentos son los que debemos cultivar, para cultivar nuestra tierra y
cultivarnos interiormente en salud. Tenemos un bono demográfico, pero si se
mantiene la tendencia en la que vamos ocurrirá que la gente no podrá trabajar
por problemas de hipertensión, cardiovasculares o diabetes. Queremos que los
jóvenes entren al mercado laboral con vitalidad, fuerza y menos necesidad de
sistemas de salud”, finalizó Le Noir.